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Amstrad Sinclair Ocio |
Tras Eldorado Cierta leyenda habla de la existencia de una tribu en Sudamérica cuyo jefe, tras embadurnarse de resina, se cubría de polvo de oro para realizar las ceremonias religiosas. Esta leyenda alimentó muchas expediciones al Nuevo Continente con el evidente objetivo de hallar dicha tribu, todas ellas infructuosas. Sobre este argumento, aderezado con algunas frases que hablan de la transcripción de textos a soporte informático en la ciudad de Sevilla, allà por el siglo XIX (una inoportuna errata en las instrucciones ha convertido el año 1988 en 1888), se presenta este juego, un arcade puro de los que requieren mucha habilidad y muy poco cerebro.
El juego tiene, como viene siendo habitual en las producciones españolas, dos partes, la segunda de las cuales sólo podrá ser disfrutada por quien conozca la clave secreta. Esto quiere decir que tendrás luchar para acabar la primera fase. Nuestro papel es, según las instrucciones, el de un funcionario sevillano que descubre en un libro la situación exacta de la hipotética tribu. Según los gráficos nuestro papel es el de un Rambo cualquiera, así que la elección de la profesión no parece la más adecuada. En la primera de las dos fases deberemos luchar por la jungla contra animales salvajes, entre los que nos encontraremos con buitres, pirañas, pájaros y mosquitos del tamaño de un elefante (tal vez sean elefantes disfrazados de mosquito). Además hay indios que se desplazan por debajo de los puentes y que se ocultan en el interior de chozas y apariciones de dragones que nos lanzarán bolas de fuego. Por último, hay que llevar cuidado con los pantanos (porque algunas zonas son muy inestables), con los agujeros en los puentes y con las cumbres nevadas, porque la nieve puede ceder. El objetivo final de la primera fase es alcanzar la entrada del templo de Mozteca, que se encuentra escondido. Pero os podéis dar por satisfechos si conseguís avanzar unas diez pantallas, más o menos. La razón es su extremada dificultad, dificultad que se basa en una alta pérdida de energía al ser alcanzados y en el control, un tanto complicado. No es por tanto, un juego en el que se va avanzando paulatina pero constantemente con el tiempo, sino que la suerte tiene mucha importancia. En la segunda parte los decorados pasan a ser los del interior del templo, los enemigos son indios y bolas mortíferas, y el uso de pasadizos nos permitirá encontrar el tesoro y acabar el juego. Los gráficos del juego son buenos, aunque un tanto toscos. El movimiento es nomal, aunque el control del juego es en ocasiones difícil. Respecto al desarrollo del juego permite el movimiento en tres planos distintos. Ricardo Palomares, ASO |
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