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Parece mentira que, en los tiempos que vivimos, continúen apareciendo en el mercado, programas como este Plasmatron. No nos molesta especialmente que nos lleguen de ven en cuando un matamarcianos, pero sí nos irrita que aparezca un programa que no sólo no aporta ninguna novedad en su género, sino que, además es de una calidad notablemente inferior a otros lanzamientos de este tipo. Las casas de software deberían tener la filosofía de superación que distingue al ser humano y nunca lanzar un programa que sea peor que otros juegos de similares características editadas con anterioridad. Resulta bastante difícil hacer una crítica objetiva a un juego tan defraudante como éste. Vayamos por partes. La primera impresión es negativa a más no poder, pues frente a un movimiento lento y brusco nos encontramos con un scroll lateral que parece desplazar la pantalla a saltitos y un parpadeo de las naves jamás contemplado en un juego comercial. Comenzamos a pulsar teclas y observamos que la nave se muestra bastante torpe a nuestros movimientos y que los disparos carecen de la velocidad necesaria. Tras los primeros momentos de desconcierto nos matan cinco veces en el breve espacio de dos minutos, así que le echamos paciencia al asunto y hacemos la vista gorda a todos los aspectos negativos encontrados. Observamos los marcadores inferiores encontrando indicadores de escudo, desperfectos, distancia al objetivo y láser. En pocos segundos nos damos cuenta de que es el indicador de escudo el que provoca el final de la partida al llegar a cero, y que se incrementa de nuevo cuando no estamos siendo atacados, por lo que los daños causados por el enemigo no son irreversibles. No me considero en absoluto un habilidoso del joys-tick, sobre todo porque los matamarcianos no son mi debilidad, pero os aseguro que a los 10 minutos de la primera partida había conseguido llevar la nave a su base, y por tanto, terminar el juego. ¿Qué más os puedo decir? Es un juego falto de originalidad, lento, de pésimo movimiento y que se termina al poco tiempo de cargarlo. Es tan fácil que dudamos que alguien lo utilice dos veces. Pedro J. Rodríguez Larrañaga , Micromania
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